Orlov Trotter, los caballos que sobrevivieron a la revolución bolchevique

Esta raza surgió en el siglo XVIII de la mano del conde Alexei Orlov y casi desapareció con la Primera Guerra Mundial y la revolución rusa que dio el poder a los “soviets”. Tras la revolución bolchevique tan sólo un milagro y el afán de unos pocos criadores consiguió salvar de la desaparición a la única raza rusa de caballos.

Los Orlov Trotter son seguramente los caballos autóctonos más famosos de Rusia y de las pocas razas que consiguieron sobrevivir a la revolución bolchevique a pesar de haber perdido miles de ejemplares durante la guerra civil y el posterior gobierno de los “soviets”.

Su desarrollo como raza se debe al conde Alexei Orlov, que a finales de 1777 inició la cría de estos caballos en su granja de Khrenovskoy, cerca de la ciudad de Bobrov. Por cierto que este conde puede considerarse como un auténtico “promotor” de especies animales, porque además del perro lobo ruso los historiadores y biólogos atribuyen su intervención en un total de setenta razas de animales diferentes.

La yeguada donde comenzó la cría de los Orlov Trotter estaba ubicada en unas tierras que la reina Catalina II -la Grande- le otorgó a Alexei Orlov por su activa participación en el golpe de estado que la llevó al trono de Rusia, aunque en la actualidad las instalaciones de Khrenovskoy, que todavía se encuentran en funcionamiento y dedicadas a la cría de ejemplares Orlov, tienen una extensión quince veces inferior a la que tenían antes de producirse la revolución bolchevique.

Los primeros Orlov surgieron como raza del cruce de yeguas inglesas, holandesas y Mecklenburg con sementales árabes, de ahí que la capa predominante sea la gris en un 46%, seguida de la negra (28%), laurel (20%) y castaña (5%), aunque al nacer todos los potrillos Orlov muestran coloraciones más oscuras que las que tendrán finalmente cuando sean ejemplares adultos.

El antepasado de todos los Orlov Trotter es un semental árabe llamado Smetanka, un ejemplar que Alexei Orlov compró en Turquía por la friolera de 60.000 rublos de la época, una auténtica fortuna tratándose de un caballo que moriría poco tiempo después dejando tan sólo cinco crías, una de las cuales fue el macho Polkan que a su vez fue progenitor de Bars I, considerado por los expertos en esta raza como el primer Olov Trotter.

Por su belleza, elegancia, velocidad y resistencia a comienzos del siglo XIX los Orlov fueron muy demandados y utilizados por la realeza rusa como caballos para la equitación y como trotones en las carreras de aurigas o arneses, aunque también fueron empleados en distintas actividades rurales y de carga dado que se trata de animales que soportan bien la dureza del trabajo.

Cuando las carreras de aurigas se generalizaron en Rusia a finales del siglo XIX el dominio absoluto de los Orlov Trotter comenzó a ser discutido por los primeros ejemplares de Standardbreds procedentes de Estados Unidos, caballos que eran menos refinados que los Orlov pero que superaban a estos en prestaciones de velocidad punta.

La entrada del siglo XX fue un periodo devastador para los Orlov. Primero por el mestizaje al que se vio sometida esta raza; después por la reducción que la Primera Guerra Mundial y la posterior guerra civil rusa provocó en el número de caballos, convertidos en armas de guerra muy vulnerables y en alimento para una población hambrienta, finalizando con el posterior desprecio soviético a todo lo que tuviera que ver con la cría de caballos, circunstancias que afortunadamente no impidieron que algunos criadores mantuvieran viva la llama de los Orlov Trotter.

Antes de que su hija tomara las riendas de Khrenovsky en 1809 el conde Alexei Orlov siempre se negó a vender caballos que no estuvieran castrados, porque su idea es que nadie en el mundo pudiera criar este tipo de ejemplares, una filosofía que se mantuvo hasta 1845 cuando la yeguada pasó a manos de la familia real rusa.

Tras la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética en 1997 se creó el Comité Internacional para la Protección del Orlov Trotter, una iniciativa que sirvió para fijar los estándares de una raza donde los machos pueden alcanzar una altura de 1,61-1,62 metros a la cruz y las yeguas apenas superar ligeramente los 1,60 metros.

Se trata de caballos con una cabeza de gran formato, ojos grandes y expresivos, cuello largo y arqueado, cuerpo musculoso y extremidades fuertes y muy potentes, cuya cría está protegida actualmente por las autoridades rusas y que a día de hoy siguen siendo utilizados para carreras de arneses y en todo tipo de actividades hípicas.

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